martes, 31 de enero de 2012

Victoria en Malasia: Los Aliados se retiran a la Fortaleza de Singapur - 31/01/1942.

La Campaña de Malasia desde los desembarcos japoneses del 8 de diciembre hasta la retirada a Singapur de hoy.

Camaradas,

Un Ejército Japonés victorioso, con la moral por las nubes después de su éxito en la campaña de Malasia, se prepara ya para asestar el golpe definitivo a la “Ciudad del León”. La derrota aplastante que han infligido los soldados japoneses a los Aliados en el Estado Johore han obligado al Teniente General Percival a retirar todas sus fuerzas de la franja costera a través del Estrecho de Johore que separa a la sitiada isla del continente.  De ese modo, a las 08:00 horas de hoy, las fuerzas Aliadas han completado su retirada a la Isla y volado la carretera que unía la Isla con el continente malayo.  Detrás quedan los restos de su derrota. 


La carretera a través del Estrecho de Johore, antes y después.

Sobre la Isla de Singapur los Aliados reúnen 85.000 soldados en 38 batallones: 13 británicos, 6 australianos, 17 indios y 2 malayos. Los japoneses atacan con menos de 40.000 hombres, pero ello no ha impedido que su avance haya sido imparable y que hayan conseguido expulsar de Malasia a todas las tropas británicas e imperiales. Además, aunque el Ejército Británico e Indio supere numéricamente a los japoneses, estos cuentan con una completa supremacía en el aire y el mar. En estos momentos, los soldados japoneses del 25º Ejército al mando del General Tomoyuki Yamashita contemplan la Isla de Singapur seguros de su victoria.

Las tropas japonesas avanzan entre las locomotoras de la estación de ferrocarril de Johor durante la fase final de su avance a través de la Península Malaya.  Fotografía obtenida en el día de hoy.

Los Aliados han organizado la defensa de Singapur en tres sectores. El III Cuerpo Indio al mando del Teniente General Sir Lewis Macclesfield Heath, compuesto de la 11ª División India y de la 18ª División Británica, es responsable del Área Norte. El Área Sur, que incluye la ciudad de Singapur, es responsabilidad del Mayor General F. Keith Simmons, comandante de las tropas de la Fortaleza de Singapur, quien tiene además bajo su mando las defensas fijas, las Brigadas Malayas 1ª y 2ª y la Fuerza de Voluntarios de los Asentamientos del Estrecho. El Área Oeste, al mando del Teniente General Henry Bennett, General al frente de la Fuerza Imperial Australiana de Malasia, se compone de australianos y de la 44ª Brigada India con algunos refuerzos adicionales. Por el momento, a la espera de la invasión japonesa, la actividad militar se limita a intercambios de artillería, ataques aéreos y patrullas. Los objetivos principales de los aviones japoneses son los muelles y el Aeródromo de Kalang.

Despliegue defensivo Aliado en Singapur.

Durante los últimos 20 años la base naval de Singapur ha sido el epicentro del poder militar británico en Extremo Oriente. Pero los errores que cometieron los estrategas de antes de la guerra, creyendo que Singapur sólo podía ser atacada desde el océano, se han hecho patentes ahora que Malasia se encuentra en manos japonesas. Los grandes cañones que se suponía convertían a Singapur en una fortaleza inexpugnable apuntan todos hacia el sur hacia el mar abierto. Los japoneses, sin embargo, se encuentran al norte, con tan sólo un pequeño estrecho separándolos de la isla.

Posición defensiva británica en Singapur.

La pregunta ahora es: ¿debería ser defendida Singapur o abandonada a su destino? El General Wavell, recientemente nombrado comandante en jefe Aliado de la región, ha advertido que la Isla no puede ser defendida durante demasiado tiempo. No obstante, Churchill ha ordenado que Singapur sea defendida a cualquier precio: la rendición no sólo supondría una traición a la población autóctona sino que, además, en el caso de que Singapur caiga, no habrá esperanza para las Indias Orientales Holandesas. La presión a la que se ve sometido Wavell es enorme también por parte de John Curtin, Primer Ministro Australiano, quien ha declarado que la evacuación de Singapur sería una “traición imperdonable.”

Es lebe Japan!
Bomben auf Singapur!

lunes, 30 de enero de 2012

El Führer conmemora el IX Aniversario del Ascenso al Poder del NSDAP - 30/01/1942.


Camaradas,

El Palacio de los Deportes de Berlín, el Sportpalast, donde se celebra hoy la gran reunión conmemorativa del IX aniversario de la Subida al Poder del Partido Nacional Socialista, presenta un aspecto soberbio en el momento de comenzar la ceremonia. La amplia sala se encuentra profusamente: engalanada con banderas del Reich y de las naciones aliadas. En las primeras filas, frente a la estrada del Führer, se halla el Cuerpo diplomático en pleno, numerosos generales y personalidades alemanas, así como huéspedes de honor de las naciones aliadas y grandes mutilados del Ejército. El resto de la sala está completamente abarrotado de público y una inmensa multitud se congrega fuera del edificio para aclamar al Führer, quien a las cinco de la tarde ha hecho su entrada en la sala acogido por un inmenso clamor de entusiasmo.

En primer lugar ha tomado la palabra el Ministro de Propaganda del Reich, Doctor Goebbels, para saludar al Führer. El Ministro ha recordado en breves palabras la lucha .sostenida por el partido Nacional Socialista para conquistar el Poder. Después ha puesto de relieve la importancia decisiva de la guerra que Alemania está sosteniendo en la actualidad. "Los pueblos que hoy están unidos para la lucha por su existencia forman un solo bloque y marchan en juntos hacia la victoria definitiva." Goebbels ha terminado su alocución con palabras de homenaje al Japón y a Italia. Seguidamente ha tomado la palabra el Führer.

Un cámara retrata al Führer en el momento en que se sube a la tribuna de oradores.

Las mismas fuerzas han desencadenado esta guerra que la anterior.

El Führer ha comenzado haciendo un examen retrospectivo del pasado y a continuación se ha ocupado de la razón de la existencia de Alemania así corno de1 futuro del Reich y de su victoria.

Las mismas fuerzas que provocaron la primera guerra mundial son también responsables del conflicto actual. Estas fuerzas y estas potencias aspiran hoy al mismo objetivo que durante la Primera Guerra Mundial fue la verdadera razón de su lucha. No sólo las causas son las mismas, sino que los personajes son también los mismos.

En la Primera Guerra Mundial fue Inglaterra la principal propulsora del conflicto, la misma Inglaterra que ha conquistado y dominado, merced a una serie de sangrientas guerras y a la violencia, más de la cuarta parte de la Tierra. Inglaterra deseaba una Europa débil, una Europa dividida en su interior. Para alcanzar este fin sostuvo en Europa guerra tras guerra.

El Führer ha relatado después cómo Inglaterra, para mantener su posición predominante, ha combatido una tras otra, a España, a Holanda y más tarde, y con ayuda de toda Europa, a Francia.

El judío.  Instigador de la guerra ahora y siempre.

El judaísmo fue siempre la fuerza propulsora que provocaba desórdenes entre las naciones. Por parte de Inglaterra había dos motivos para hacer la guerra: la fuerza del que tenía la fuerza y quitar la fuerza al que no la tenía. Esto es lo mismo que pretenden algunas personas en el terreno de la política interior, que no quieren modificaciones en al orden social y que dicen que el rico debe seguir siendo rico y el pobre seguir siendo pobre. La lucha contra nosotros fue llevada en forma de una concentración de coaliciones. Churchill y los que le precedieron en el Poder hicieron durante años promesas de garantía a diversos Estados.

El Führer ha recordado después que en los tiempos en que se creó el Imperio británico Alemania se encontraba desgarrada por luchas: religiosas que costaron al pueblo alemán gran cantidad de sangre.

Sin embargo, tenemos una Historia mucho más antigua, y hubo una época en que había en Europa un poderoso Imperio Alemán, mientras que Inglaterra noera más que una pequeña e insignificante isla.

La Primera Guerra Mundial no fue perdida por nosotros a causa de los méritos de nuestros adversarios, sino por nuestra propia culpa. Las consecuencias de nuestro derrumbamiento fueron terribles, tanto desde el punto de vista político como el militar y el económico. Ningún pueblo ha pasado jamás por una prueba como aquélla.

Las luchas del Führer.

En aquella época de honda decadencia hice mi entrada en el terreno político con la firme resolución de volver a poner en pie a aquella Alemania. Para la mayor parte de la gente, esta resolución era una locura que ni los más allegados a mí podían comprender. Yo encuentro mi fuerza en esta resolución y en el conocimiento que tenía del pueblo. Era una lucha contra casi todas las costumbres de la vida y un combate contra los intereses más naturales. En aquella época era una heroicidad ser Nacional Socialista en un grupo, en una fábrica o en un salón. En aquella época, el Movimiento tenía que ser puesto a prueba y es evidente que yo tenía también que serlo. Saber soportar las victorias cabe dentro de las posibilidades de los débiles, pero soportar reveses del Destino sólo lo pueden hacer los fuertes.

El juicio del extranjero le deja completamente indiferente al Führer, que en tono irónico habla del trato que se daba en Ginebra y en otras partes a los demócratas de la Alemania de Weimar.  El Führer ha recordado después la magnitud del paro obrero y de la miseria económica en el mundo.

La pirámide del sistema capitalista.  Unos pocos privilegiados viven a costa de la mayoría.

Agrias críticas a Roosevelt y Churchill.

Cuando leo hoy que Roosevelt dará a América y América dará al mundo un nuevo sistema económico, afirmo que será un sistema miserable, un sistema con el cual el propio Roosevelt ha hecho ya bancarrota y que sólo espera salvar por medio de la guerra. Más tarde se hablará de Churchill corno del sepulturero del Imperio británico.

El Führer ha calificado después a Churchill como incapaz de crear ni construir nada, sino sólo capaz de destruir.

En cuanto a su comparsa de la Casa Blanca, del que no quisiera hablar, es un pobre loco. Cuanto más trabajamos, cuanto más orden creamos, más aumenta el odio contra nosotros. Con el fin de atraer a sus propios pueblos, los capitalistas se apoderan del programa de nuestro partido y repiten sus frases. Y además, al hacerlo, lo hacen imperfectamente.
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El Führer ha hablado después del programa de política extranjera que trató de introducir después de su subida al Poder.

Desde entonces mi intención fue la de entrar en estrecha relación con tres países: Inglaterra, Italia y el Japón. Todos los intentos de llegar a una inteligencia con Inglaterra fueron completamente inútiles. Y sobre todo hubo un hombre al que ya he nombrado ya más veces: Churchill. Todos los intentos por entenderse con ese hombre fracasarán ante su idea fija: "Quiero que haya una guerra." Estaba rodeado por una camarilla de nulidades. Cuando un hombre como Wavell sirve para algo, se le destituye inmediatamente. No quiero hablar siquiera de los judíos. Igual que en el pasado, son nuestros antiguos enemigos.

La primera página del Daily Express del 24 de marzo de 1933, apenas dos meses después de la subida al poder del Führer, dejaba clara la postura judía ante la nueva Alemania: "Judea declara la guerra a Alemania.  Boicot a los productos alemanes."

La guerra terminará con el aniquilamiento del judaísmo.

Sabemos muy bien que la guerra sólo puede terminar con el aniquilamiento de los pueblos germánicos o con la desaparición del judaísmo de Europa. Ya dije el 9 de septiembre en el Reichstag que esta guerra no terminará como creen los judíos y no tengo miedo a hacer profecías. Los pueblos arios no serán aniquilados en Europa, sino que esta guerra terminará con el aniquilamiento del judaísmo. Por primera vez no serán otros pueblos los que verterán su sangre, sino que se empleará la vieja ley verdaderamente judía de "Ojo por ojo y diente por diente." Cuanto más se extienda la lucha, más se extenderá el antisemitismo. Que lo sepan los judíos. Llegará un día en que el más perverso enemigo del mundo en todos los tiempos dejará de desempeñar papel alguno durante por lo menos mil años.

Juntos con Italia y el Japón hasta la victoria final.

Alemania e Italia se encuentran ahora frente al mismo enemigo y por los mismos motivos se ven obligadas a llevar adelante la misma lucha de vida o muerte, unidas por completo una con otra. En las últimas semanas, cuando tenía tiempo, he leído mucho sobre la Revolución Fascista Italiana. Era como si tuviese ante mí la Historia de mi propio país. Ahora luchamos por el mismo camino y en los mismos campos de batalla. Hay soldados alemanes en África y soldados italianos en los frentes de combate del Este. Luchamos unidos y no hay que engañarse: ¡continuaremos esta lucha hasta la victoria común! Y ahora, he aquí que se ha unido a nosotros el tercer Estado con el que siempre. desde hace muchos años, quise mantener buenas relaciones. Ahora veremos quiénes serán más fuertes en esta lucha, si los que no tienen nada que perder y todo que ganar o los que tienen todo que perder y nada que ganar. Porque, ¿qué quieren ganar Inglaterra y América? Tienen tanto que no pueden hacer nada con lo que poseen. No tienen las preocupaciones que tenemos nosotros y, sin embargo, no son capaces de encontrar soluciones razonables para sus problemas. Cuando un arzobispo principesco británico ruega a Dios que envíe el bolchevismo a Alemania y a Europa como castigo, sólo le puedo contestar que los bolcheviques no vendrán a Alemania, pero que ya es otra cosa saber si no irán a Inglaterra.

El Führer con una pala durante la ceremonia de inauguración del Reichsautobahn, la primera autopista del mundo.

La obra del Nacional Socialismo.

El Führer ha hecho un resumen de lo que el Partido encontró cuando subió al Poder:

Todo estaba en ruinas, la economía destruida, varios millones de obreros parados, cuya cifra aumentaba cada semana, siete millones de obreros con trabajo intermitente, un enorme déficit en la Hacienda del Reich y en las regionales, los Ayuntamientos arruinados, los campesinos deshechos. Me atreví a dar la batalla en aquella época y la he ganado.

Después de exponer a grandes rasgos la gran obra de construcción llevada a cabo en el interior, el Führer ha añadido:

En 1935 comenzó ya a asomarse al exterior nuestra lucha por la libertad. Cuando la guerra comenzó había terminado ya una parte de la reconstrucción e iniciaba un programa de trabajo cultural, económico y social. Si esta guerra no se hubiera producido, se habría hablado de nuestra época, de nosotros y de mí como grandes creadores de obras de paz.

Quiero asumir toda la responsabilidad.

Debéis comprenderme por toda mi historia. Una vez pronuncié una frase que en el extranjero no se comprendió. Dije entonces: "Si la guerra es inevitable, prefiero dirigirla por mí mismo no porque tenga avidez de gloria a la que renuncio de buena gana y que no sería una gloria para mí; mi gloria estará, si la Providencia lo quiere, en mis grandes obras de paz que tengo intención de crear todavía. Quiero dirigirla porque creo que si la Providencia ha dispuesto que esta lucha tuviera que producirse por voluntad incomprensible, yo tenía que pedir a la Providencia que me confiara la carga de dirigir esta lucha. Quiero llevarla yo, no quiero rehusar la responsabilidad. Quiero soportar toda la responsabilidad como la he soportado hasta ahora. Sé que el pueblo tiene confianza en mí. El Pueblo Alemán puede estar seguro de una cosa: 1918 no volverá a repetirse mientras yo esté en vida. Nunca dejaré caer nuestra bandera.

El mundo entero lucha por la libertad al lado de Alemania e Italia.

Los aliados de la épica cruzada.

Interrumpido por entusiastas aplausos al nombrar a los países aliados, el Führer ha proseguido:

Estoy satisfecho de ver que nuestros soldados han encontrado tantos aliados. Al Sur, Italia; en el extremo Norte, Finlandia y, entre estos dos países, todas las demás naciones que han enviado también a sus hijos hacia el Este: Rumania, Hungría, Eslovaquia, y los croatas, los españoles, los belgas, e incluso los franceses, que toman parte en esta lucha, además de los voluntarios de los países germánicos del Norte y del Oeste. Verdaderamente, ésta es una guerra de toda Europa. Y, por último, en el Este tenemos a nuevo aliado que ha terminado ya con las frases ridículas dg algunos señores: el Japón.

Cripps aseguró hace algunos días que la Unión Soviética se estaba preparando desde hacía varios años para una guerra contra Alemania. Yo lo sabía y tenía la seguridad que se estaba jugando aquí un juego falso cuando me enteré de que Churchill llamaba la atención en sus sesiones secretas sobre este nuevo aliado en la misma hora en que Molotov salía de Berlín después de exponer sus exigencias que yo no podía aceptar. Y también en esta ocasión estoy agradecido al destino por que me haya colocado a la cabeza del Reich y de que me haya dado quince días o tres semanas de anticipación para asestar el primer golpe. Hemos visto que lo mismo ha ocurrido en el Asia Oriental. Tenemos que felicitar al Japón de que haya golpeado duramente en lugar de continuar regateando con unos embusteros innobles. Desde el 22 de junio, nuestros soldados combaten en el Este en una guerra que pasará a la Historia como la epopeya de nuestro pueblo.

La guerra submarina se intensifica.

En el mar, nuestras fuerzas marítimas, nuestros submarinos, pararán el golpe que Roosevelt tenía intención de asestarnos. Por medio de constantes declaraciones, Roosevelt tenía intención de alejar poco a poco al ejército submarino alemán del océano Atlántico y obligarle a actuar en un reducidísimo espacio que podría haber sido protegido por las fuerzas marítimas británicas. Éste fue el motivo de la disminución de las cifras de pérdidas causadas por nuestros submarinos, no la carencia de cualidades de nuestros marinos. Ahora, esta cifra ha aumentado de un modo enorme. Ya comprenderéis que era para mí muy difícil el tomar la resolución acerca de si debíamos terminar con las mentiras y engaños o, por amor de la paz, debíamos imponernos nuevas restricciones.

La acción del Japón nos liberó de esta dificultad. Ahora tendrán que utilizar convoyes en todos los océanos del mundo y podrán darse cuenta de cómo trabajan nuestros submarinos. Sean cuales fueren los planes que establezcan, los tenemos previstos todos, desde el Norte hasta el Sur y desde la costa del Atlántico hasta el Frente del Este. Seguimos corno una roca de bronce y en el sitio donde nos encontremos no abandonaremos una pulgada de terreno sin combate; y si lo abandonáramos, contraatacaremos de nuevo inmediatamente. Hemos tenido la satisfacción de saber ayer que el general d-i Grupo de Ejércitos, Rommel, con sus valerosos soldados de tanques alemanes e italianos, cuando el enemigo creía haberlo vencido, dio inmediatamente media vuelta y los rechazó. Esto seguirá ocurriendo hasta que la guerra termine con nuestra victoria. Ahora le toca la vez a nuestro Ejército aéreo, cuya gloria es inmortal.


El difícil paso de la ofensiva a la defensiva en el Este.

El paso de la guerra ofensiva a la guerra defensiva en el Este no fue cosa fácil. La defensiva no nos fue impuesta por los rusos. No hay idea de las dificultades que supone para nuestras tropas y para las de nuestros aliados en el Este, las temperaturas hasta de 45 grados bajo cero. En el momento en que era necesario realizar .este cambio difícil consideré mi deber asumir personalmente toda la responsabilidad. Quería estar aún más cerca de mis soldados y os aseguro que hoy sé lo que mis soldados han realizado, pero sé también que las mayores dificultades están ya detrás de nosotros. El invierno era la gran esperanza de nuestros enemigos en el Este, pero esta esperanza no se ha realizado. En cuatro meses hemos avanzado hasta llegar casi hasta Moscú y Leningrado. Ahora han pasado ya cuatro meses del invierno. El enemigo ha avanzado algunos kilómetros en algunos sectores mediante el sacrificio de hecatombes de sangre y vidas humanas. Esto da lo mismo. Pero dentro de algunas semanas, el invierno habrá terminado ya en el Sur y la primavera se acercará cada vez más rápidamente hacia el Norte. Llegará la hora en que la tierra vuelva a ponerse dura y firme y en que venceremos a! enemigo. Puedo deciros una cosa: nuestros soldados del frente tienen conciencia de poseer una enorme superioridad sobre los rusos. Compararles con los rusos sería una ofensa. Lo más importante es que el paso de la ofensiva a la defensiva se ha realizado y puedo decir que con éxito. El frente se mantiene y detrás de este frente se encuentra en pie una Patria alemana digna de sus soldados.

Recientemente hice un llamamiento al Pueblo Alemán, ya que lo que habíamos preparado para la protección contra el frío no podía bastar. Este llamamiento fue un verdadero plebiscito. Los demás hablan de democracia, pero la verdadera democracia es ésta que se ha manifestado durante estos días en que todo un pueblo ha entregado sus donativos voluntariamente.

¡Con nuestras banderas está la Victoria!

No sé si este año concluirá la guerra.

Puedo daros la siguiente seguridad: hoy, a 30 de enero, no sé cómo terminará este año. ¿Concluirá este año la guerra? No lo sé. Pero hay una cosa de la que estoy seguro: allí donde se presente un enemigo, le venceremos en este año como lo hemos vencido hasta ahora. Este año será nuevamente testigo de grandes victorias. No podemos comparar los tiempos actuales ni siquiera con la época de Federico el Grande. Federico II tuvo que combatir contra un enemigo cuya superioridad era verdaderamente aplastante. Nosotros poseemos el Ejército más fuerte del mundo y el Arma aérea más fuerte del mundo. Nuestros enemigos son tal vez superiores en número, pero cuando llegue la primavera estaremos numéricamente a su misma altura.

Los venceremos. Llegará nuestra hora. Sobre todo, ahora tenemos aliados. No vivimos en la época de la Gran Guerra. Lo que el Japón ha realizado por sí solo en el Este no es en modo alguno insignificante. No nos queda más camino que el de la lucha y el del triunfo. Esto será más difícil o más fácil, pero nunca será más difícil que la lucha que sostuvieron nuestros antepasados. El ruego de ese sacerdote diabólico que desea que Europa sea castigada por el bolchevismo no se realizará pero, en cambio, sí será oída la oración siguiente: Señor, danos fuerza para defender nuestra libertad, nuestro pueblo, nuestros hijos y nuestros nietos, y no sólo a nuestro Pueblo Alemán, sino a los demás pueblos de Europa. Porque esta guerra es una guerra de toda Europa y por ello de toda la Humanidad.

Una inmensa ovación, que se ha prolongado durante muchos minutos, ha acogido las últimas palabras del discurso del Führer y Canciller alemán, que ha durado dos horas. Poco después de las siete de la tarde, el Führer ha salido del Palacio de los Deportes, despedido por las aclamaciones de una inmensa multitud.

Der Führer sprach!
Adolf Hitler, Sieg Heil!

domingo, 29 de enero de 2012

Benghazi cae en manos de Rommel - 29/01/1942.


Camaradas,

Cuando hace tres días, el 26 de enero, Rommel decidió marchar sobre Benghazi, los británicos no tenían ni idea de sus intenciones. Esperaban que el genial suabo avanzara hacia Mechili en dirección este, buscando alcanzar cuanto antes Tobruk, y en consecuencia enviaron contra su supuesta retaguardia al grueso de la 1ª División Acorazada. Sin embargo, lo cierto es que Rommel había establecido Benghazi como objetivo principal y hacia Mechili había enviado tan sólo una fuerza simbólica.

Avance alemán en Cirenaica hasta hoy.

Por si no le hubiese bastado con contar con el elemento sorpresa, el tiempo atmosférico le sonrió también a Rommel tendiendo una serie de tormentas de arena que impidieron a los aviones de reconocimiento de la RAF operar efectivamente y cuando, a última hora de la tarde del 27 de enero, el avance hacia Benghazi fue avistado, lo desdeñaron como una incursión de poca importancia. Los británicos no pudieron identificar los vehículos del Eje desde el aire y pensaron que pertenecían al XX Cuerpo Italiano.

Un Panzer remonta una loma en Cirenaica.

Mientras tanto, el hombre al que Winston Churchill ha llamado “…un gran general…” en la Cámara de los Comunes ese mismo día, avanzaba al frente del Gruppe Marcks reforzado con su propio Kampfstaffel, el 115º Regimiento Panzergrenadier y la 33ª Unidad de Reconocimiento Blindado a través de un terreno tortuoso y bajo la lluvia con la intención de capturar Benghazi desde el este. El Panzerarmee convergía sobre Benghazi en tres columnas. La 90ª División Ligera remontaba la carretera costera, el XX Cuerpo Italiano avanzaba desde Sceleidima a través de Soluch mientras el Gruppe Marcks se dirigía a Er Regima cerca de Benghazi. Los británicos eran demasiado débiles para enfrentarse a este asalto de tres puntas y tan sólo contaban con la 7ª Brigada India para defender Benghazi. De hecho, la 7ª Brigada India ya estaba combatiendo al Eje en un amplio frente al sur de Benghazi y en algunos puntos había sido rebasada por los rápidos y ágiles movimientos del Panzerarmee. La 5ª Brigada India permanecía impotente en Barce, inmóvil porque había debido ceder todos sus vehículos a la 7ª Brigada India.

Rommel lidera el avance sobre Benghazi.

La 1ª División Acorazada de Messervy, entretanto, no había recibido órdenes de defender Benghazi y de hecho se alejaba de la 7ª Brigada India. Tuker no veía otra opción que evacuar Benghazi, que había sido conquistada por los británicos hace apenas un mes, el 24 de diciembre. Ritchie, sin embargo, se resistía a dar la orden porque no deseaba abandonar la ciudad antes de que las instalaciones portuarias –y unas 6.000 toneladas de municiones que el Eje dejó abandonadas tras su retirada- hubiesen sido destruidas.

Benghazi, de nuevo libre de la opresión británica.

En realidad, ya no había nada que pudiera haber hecho Ritchie para enmendar la situación. El Regima había sido conquistada durante la tarde del 27. El 28 de enero Benghazi había quedado completamente rodeada por el Panzerarmee y al día siguiente, hoy, ha sido tomada finalmente. A las 16:00 horas el aeropuerto de Benghazi en Benina ha caído en manos de las vanguardias del Gruppe Marcks. Rommel, mientras tanto, junto con su grupo de batalla, ha entrado en la propia ciudad de Benghazi a las 10:00 de la mañana. Por la tarde ha llegado también la División Ariete. La ofensiva ha transcurrido, en palabras del propio Rommel “como un relámpago engrasado.” Ahora, sin embargo, tendrá que detenerse durante algún tiempo porque el Panzerarmee ha vuelto a quedarse sin combustible.

Rommel en Benghazi escucha informes de sus unidades.

Aunque su puerto se encuentra prácticamente inutilizable, Benghazi ha proporcionado a Rommel un inmenso botín de suministros y centenares de vehículos con los que mantener a su ejército en movimiento. El Führer ha decidido premiar a Rommel por este gran logro ascendiéndolo a Generaloberst (Coronel General), el mismo rango que ostenta Heinz Guderian, el otro gran genio de las tropas Panzer.  Mañana recibirá Rommel el ascenso.

Sieg Heil, Viktoria!
Vörwarts mit unserem Rommel!

sábado, 28 de enero de 2012

La tenaz resistencia de la Wehrmacht desinfla la ofensiva de Yeremenko - 28/01/1942.

Camaradas,

La ofensiva de Yeremenko a través de las Colinas Valday entre los Lagos Ilmen y Seliger comenzó el 9 de enero. Cuatro Ejércitos Soviéticos se lanzaron sobre las posiciones alemanas que, pese a su inferioridad numérica, se batieron con tenacidad desde el primer momento, fieles a la orden del Führer de no ceder un palmo de terreno al enemigo bolchevique. El segundo día de la ofensiva, Peno fue conquistado después de un combate duro y costoso. El destacamento de reconocimiento de la Brigada de Caballería SS Fegelein fue arrollado por el avance soviético. Yeremenko había logrado su primera brecha.

La infantería soviética avanza encaramada a los T-34.

Sin embargo, las dos alas del Ejército Soviético no fueron capaces de lograr ningún progreso significativo a pesar de su colosal superioridad. La 360ª División de Fusileros Rusa quedó detenida ante las posiciones del 416º Regimiento de Infantería de Brandenburgo. En el flanco derecho, sobre el Lago Volgo cerca de Bor y Selische, la 334ª División de Fusileros Rusa fue severamente vapulada por la 253ª División de Infantería Alemana y tuvo que retroceder. En el centro del eje de ataque, la 249ª División de Fusileros Rusa obtuvo ciertos progresos. Se trataba de una unidad de primera, a la que poco después Stalin ascendería al rango de 16ª División de Guardias y condecoraría con la Orden de Lenin. El Mayor General Tarasov avanzó con su división hacia Andreapol. Su objetivo era irrumpir hacia Toropets, nudo de comunicaciones y base alemana de suministros, la codiciada "cesta de pan" de Yeremenko. Su carretera hacia los depósitos de víveres la bloqueaba el 189º Regimiento de Infantería al mando del Coronel Hohmeyer, que había sido enviada a toda prisa a Andreapol. El regimiento formaba parte de la 81ª División de Infantería Alemana y se encontraba reforzado por el 2º Batallón del 181º Regimiento de Artillería así como una compañía de zapadores y algunas unidades de suministro.

La ofensiva de las Colinas Valday.  En línea discontinua, sus objetivos.

Yeremenko no ha reparado en elogios ante las hazañas y sacrificios de este regimiento alemán que él solo ha sido capaz de causar enormes dificultades a su Ejército en pleno centro de su ataque, resistiendo el envite de dos divisiones soviéticas de primera línea completas literalmente hasta el último hombre e infligiendo bajas terribles a las más destacadas divisiones del 4º Ejército de Choque Soviético.

Trinchera alemana.  Como se puede observar, pocos soldados cuentan con ropa de invierno.

La tragedia de los alemanes de Silesia y de los Sudetes de este 189º Regimiento de Infantería ha tenido como telón el terreno situado entre la estación de ferrocarril de Okhvat y los pueblos de Lugi, Velichkovo y Lauga. Tan sólo unos pocos hombres han sobrevivido la feroz batalla contra los Guardias de Yeremenko sobre una capa de nieve de un metro de profundidad y a temperaturas de 46 grados centígrados bajo cero. Uno de los escasos supervivientes del 189º Regimiento de Infantería es el Teniente Erich Schlösser, que ha participado en los combates ante Andreapol como suboficial de la 3ª Compañía. A través de él reviviremos el heroico final de su regimiento.

La epopeya del 189º Regimiento de Infantería Alemana.

La 81ª División de Infantería, a la cual pertenecía el 189º Regimiento de Infantería, había participado en la campaña de Francia sin pérdidas dignas de mención. Justo antes de la Navidad de 1941, la división se encontraba acuartelada a lo largo de la costa Atlántica, disfrutando de un cómodo alojamiento.

La vida alegre en Francia.

Pero no disfrutarían de las festividades navideñas en la costa del Atlántico. El 22 de diciembre de 1941 llegó la orden: Prepararse para partir. El 23 de diciembre las compañías se subieron a su tren. ¿A dónde se dirigirían? No parecía un viaje largo. No se les había proporcionado ninguna clase de comida especial o ropa de invierno. No habían recibido armas nuevas ni equipo de ningún tipo. Nadie creía el rumor que se abría paso lentamente a través del tren desde el estado mayor del regimiento: ¡Vamos al Frente Este, a Rusia!

Los soldados alemanes en el tren que los llevará al Frente Este.

Monótonamente, las ruedas traqueteaban sobre los raíles atravesando Francia. Los hombres pasaron la Nochebuena en la paja de sus vagones de mercancías. Comanzaban a temblar de frío dentro de sus abrigos ligeros. Siguieron adelante a través de Alemania. A continuación a través de Polonia. En Varsovia recibieron víveres. Cuando recibieron su siguiente entrega se encontraban bien dentro de Bielorrusia en Minsk. La temperatura era de 25 grados bajo cero y el frío se filtraba por los laterales de los vagones. Las estufas primitivas ardían al rojo vivo, pero los hombres padecían un frío miserable.

Después de trece días de viaje sin interrupciones, las compañías bajaron de su tren el 5 de enero de 1942. Se encontraban en la estación de Andreapol, sobre un manto de nieve de un metro de espesor y 30 grados centígrados bajo cero. No había un solo abrigo de invierno entre ellos. No había pasamontañas para los cascos ni orejeras. Antes de que pudieran saber lo que les había ocurrido, muchos hombres sufrieron congelaciones en dedos de los pies y orejas.

Dos soldados alemanes sin ropa de invierno adecuada se acurrucan en busca de calor dentro de un agujero de tirador.

El diario de guerra del II Cuerpo registra: "La total ausencia de equipamiento de invierno de que adolece el regimiento desafía a toda descripción." Pero antes de que fuera posible equipar al regimiento, que cuenta con una fuerza de apenas 3.000 hombres, incluso con la más urgente de las necesidades se le ordenó entrar en acción contra los Regimientos de Guardias de la 249ª División de Fusileros de Yeremenko que estaban manando a través de la brecha abierta en Peno y en dirección sudoeste hacia Andreapol. Batallones de esquiadores soviéticos ya avanzaban a través del Lago Okhvat.

El Coronel Hohmeyer interpuso sus batallones en su camino. La 2ª Compañía de Ingenieros fue puesta a sus órdenes.

Los soldados alemanes se despliegan en posiciones de combate nada más llegar a Rusia.

El 1º Batallón del 189º Regimiento de Infantería, reforzado por una batería del 181º Regimiento de Artillería, llegó al pueblo y a la estación de Okhvat exactamente al mismo tiempo que las vanguardias rusas. Los rusos capturaron el extremo oriental de la pequeña localidad, mientras la 3ª Compañía del Capitán Lindenthal se aferraba a su extremo occidental. La 249ª División de Fusileros Soviética envió a la acción a su 925º Regimiento - Siberianos que cargaron a través del lago helado con gritos de ¡Hurra! Hohmeyer también dirigió a su 3º Batallón a Okhvat.

Junto al terraplén del ferrocarril el Capitán Neumann trataba de rechazar los ataques rusos con su 11ª Compañía y de relevar al 1º Batallón en Okhvat. Los rusos debían ser contenidos - al menos lo suficiente para constituir una línea defensiva de contención en la amplia brecha horadada entre el Dvina y el Volga. A menos que se consiguiera detenerlas, las divisiones soviéticas avanzarían hacia sus objetivos -Vitebsk, Smolensko y la autopista- para establecer contacto con los Ejércitos Soviéticos que avanzaban a su vez desde el sur y cerrar la trampa en torno al Grupo de Ejércitos Centro.

El Sargento Maziol con su pelotón se encontraba desplegado en el borde sudoccidental de Okhvat. "¡Tanques!" El Cabo Gustav Praxa de pronto gritó en el interior de la cabaña de campesinos. ¡Todo el mundo fuera! Desde la entrada al pueblo llegó el primer tanque, un T-60 ligero. Detrás, en línea, venía otro, después un segundo y un tercero - ocho en total. Se trataba de un grupo de combate del 141º Batallón de Tanques Soviético.

Columna de tanques soviéticos.

Los tanques dispararon dentro de las casas. Hicieron trizas los techos de paja. Claramente, tenían intención de destrozar cualquier cosa que pudiera servirles a los alemanes de acomodo. Se trataba de un método de combate típicamente ruso. Maxiol, junto con Praxa y el Sargento Müller, que dirigía la 1ª Sección, se encontraban detrás del recodo de una casa. Un tanque enemigo en el lado más alejado de la ancha calle del pueblo rociaba el terreno con fuego de ametralladora, haciendo saltar la nieve y manteniendo a los tres hombres cuerpo a tierra.

"Si nos rebasan, destruirán nuestros vehículos de suministro y continuarán hasta Andreapol," observó Maziol con su inconfundible acento silesio. A continuación agregó con toda naturalidad: "Tenemos que acabar con ellos a base de granadas."

Müller y Praxa comprendieron. Con dedos entumecidos prepararon sus granadas de mano. El primero de los T-60s ya rugía junto al recodo de la casa.

Ése era el momento de Müller. Se incorporó, corrió junto al tanque y se encaramó a su parte trasera. Agarró el tirador de la escotilla. La abrió. La mantuvo abierta con su mano izquierda mientras su mano derecha se aferraba a su granada de huevo. Con los dientes tiró de la anilla detonadora. Aguardó con calma dos segundos y arrojó el huevo al interior del tanque. Se bajó. Una explosión. Un surtidor de llamas.

Granadas alemanas de mango y de huevo.

El segundo tanque se detuvo. Su escotilla se abrió. El ruso quería echar un vistazo rápido para ver lo que estaba sucediendo. Fue suficiente para que Maziol pudiera ponerlo en el punto de mira de su metralleta. Escupió varios disparos desde su cañón. El ruso cayó hacia atrás dentro de la turreta. Y ya se encontraba Müller sobre el tanque, arrojando una granada de mango al interior de la escotilla de la torreta, que todavía estaba abierta.

Los dos tanques quedaron envueltos en un humo negro que cubrió la carretera. Como un fantasma el tercer tanque emergio a través del humo. Abruptamente trató de dar marcha atrás, pero quedó atascado en la nieve. El Cabo Praxa se subió a su torreta, pero no pudo abrir la escotilla. Por suerte, el artillero ruso la abrió desde dentro justo en ese momento. También quería echar una rápida mirada alrededor. Al ver a Praxa bajó de nuevo. Pero la granada de mano se deslizó dentro justo antes de que la escotilla se cerrara.

Tras ser testigos del desastre que había recaído sobre la punta de lanza de su grupo de combate, los otros cinco tanques soviéticos rodaron descontrolados por la nieve profunda. Finalmente, dieron media vuelta en la ancha calle del pueblo y se retiraron. Al anochecer, los siberianos del 925º Regimiento de Fusileros regresaron de nuevo. Para apoyarlos el General Tarasov esta vez había empleado los Regimientos de Fusileros 1117º y 1119º de la 332ª División de Fusileros. El 1º Batallón del Teniente Coronel Proske fue castigado con dureza. La 11ª Compañía del Capitán Neumann que combatía junto al terraplén del ferrocarril, también tuvo que ceder terreno.

Durante la noche del 12 al 13 de enero el termómetro cayó a 42 grados bajo cero. En cada compañía había entre veinte a treinta hombres fuera de combate debido a graves congelaciones.

Soldados alemanes en pleno combate.

En la mañana del 13 de enero, la fuerza de combate media de las compañías alemanas quedaba reducida a cincuenta o sesenta hombres. En el sector del 1º Batallón tan sólo quedaban tres casas de campesinos en las que los hombres pudieran calentarse un poco. Los caballos permanecían a la intemperie. Sus ojos estaban febriles y temblaban de frío.

Yeremenko no cabía en sí de ira: un solo regimiento alemán contenía su avance hacia Andreapol y Toropets y le negaba el acceso a los codiciados almacenes de suministro. Por esa razón decidió emplear entonces a sus Divisiones de Fusileros 249ª y 332ª en una maniobra de flanqueo. El 14 de enero los rusos golpearon la retaguardia del 189º Regimiento. Aplastaron las columnas de suministros en el área de Lugi y Velichkovo. Bloquearon las rutas de suministro. Aplastaron las enfermerías y hospitales de campaña. Cerraron la trampa.

A las 18:00 horas el Coronel Hohmeyer ordenó romper el cerco. En un repentino bombardeo concentrado sobre Velichkovo y Lugi la artillería gastó su últimos proyectiles. A continuación, las compañías atacaron. Era el 15 de enero. Desde el 11 de enero los hombres no habían dormido adecuadamente y tan sólo habían recibido comida caliente en dos ocasiones.

La artillería alemana gasta sus últimos proyectiles.

Lugi fue reconquistada por el 1º Batallón. Los contrataques soviéticos con tanques fueron detenidos por el Teniente Klausing en el borde del pueblo. Tan sólo en la iglesia pudo resistir una posición de ametralladora soviética. Su fuego bloqueó la carretera. Una de las víctimas era el Teniente Gebhardt. Su pelotón fue acribillado.

Un cabo, héroe anónimo, se abrió paso a través de la nave en ruinas de la iglesia y tras trepar a la galería del órgano acabó con la ametralladora con tres granadas de mano.

Pero fue imposible reconquistar Velichkovo. El 2º Batallón reforzado quedó retenido en el centro del pueblo y lentamente se fue desgastando.

Para el 16 de enero, tan sólo sobrevivían unos pocos restos del 189º Regimiento de Infantería. Los rusos una vez más irrumpieron en Lugi con cinco tanques, aplastaron la columna de trineos del regimiento, bloquearon el terraplén del ferrocarril en su retaguardia y en seguida se encontraron ante Andreapol.

Oficial alemán a lomos de su caballo en pleno invierno ruso.

El Coronel Hohmeyer concedió a los batallones carta blanca para abrirse paso por sus propios medios hasta Toropets a través de los bosques, lo que suponía una marcha de 55 kilómetros. El propio coronel salió a lomos de un caballo a reconocer el terreno. Fue un viaje a la eternidad. No regresó; murió en algún de los yermos nevados a las afueras de Andreapol, como la mayoría de los hombres de su regimiento. Hohmeyer fue ascendido a mayor general a título póstumo. El Teniente Coronel Proske también envió a caballo a dos de sus oficiales en busca de un camino por el que infiltrarse. Ninguno de ellos volvió.

En pequeños grupos de combate, los oficiales y suboficiales trataron de penetrar a través de la profunda nieve de los bosques. Pero tan sólo un destacamento del 1º Batallón tuvo éxito en completar la terrible travesía a Toropets. Habían partido con 160 hombres. Cuarenta alcanzaron su destino el 18 de enero.

"El 189º Regimiento de Infantería Alemán ha dejado sobre el campo de batalla 1.100 muertos," informó Yeremenko. Mil cien muertos.

La Wehrmacht contiene la penetración de Yeremenko.

General Soviético German Tarasov.

Con las unidades del Coronel Hohmeyer aplastadas, la carretera quedó abierta para el primer objetivo de Yeremenko - los gigantescos almacenes de suministros en Toropets. Las formaciones alemanas de retaguardia de la 403ª División de Defensa Local con sus pocos tanques enemigos capturados y unidades de policía fueron incapaces de mantener la localidad. Cinco regimientos soviéticos de primera línea desataron un ataque en círculo. El 21 de enero, el General Tarasov capturó los depósitos de suministros de Toropets intactos. Por primera vez desde el comienzo de su ofensiva, los soldados de Yeremenko disponían de suministros de comida adecuados.

Después de la penetración en Toropets no quedó ya ningún frente alemán continuo a lo largo de una franja de 130 kilómetros entre Velikiye Luki y Rzhev. Se trataba del momento más humillante y peligroso que experimentaba el Grupo de Ejércitos Centro desde el 6 de diciembre de 1941. Tres Ejércitos Soviéticos -con el Cuarto Ejército de Choque de Yeremenko en primera línea con cuatro divisiones de fusileros, dos brigadas de fusileros y tres batallones de esquiadores- tocaban con la punta de los dedos la gran victoria que, tal y como esperaba Stalin, arrojaría la destrucción sobre el Grupo de Ejércitos Centro Alemán y por lo tanto supondría un momento decisivo en la guerra.

General Kurt von der Chevallerie.

En esta situación, el General von der Chevallerie, al frente del LIX Cuerpo, recibió orden de sellar la brecha de Vitebsk con tres divisiones. Se trataba de una orden sencilla de dar, pero de las tres divisiones ni siquiera una había llegado por completo todavía a Rusia. El grueso de todas estas divisiones se encontraba aún en ruta desde Francia hasta el Frente Este - la 83ª División de Infantería del Norte de Alemania, la 330ª División de Infantería de Württemberg y la 205ª División de Infantería de Baden. Las únicas unidades con que se podía contar eran los restos del 416º Regimiento de Infantería de la 123ª División de Infantería de Berlín-Brandenburgo que había sobrevivido el infierno del Lago Seliger.

El General von der Chevallerie y el personal avanzado de sus cuarteles generales de Cuerpo en Vitebsk habían estado trabajando febrilmente desde el 20 de enero para transportar sus unidades a Rusia. Era una carrera contra el reloj.

La 249ª División de Fusileros y unidades de la 358ª División de Fusileros de Yeremenko avanzaban entretanto desde Toropets hacia Ostrovskiye y Velizh, importantes nudos de carretera sobre el Dvina y los últimos obstáculos sobre la carretera a Vitebsk, la principal base de suministro y víveres del Grupo de Ejércitos Centro.

Los soldados de la Wehrmacht defienden sus posiciones como gato panza arriba.

El Teniente General Kurt von der Chevallerie no podía hacer otra cosa que enviar a sus unidades a la acción con cuentagotas, por así decirlo, a medida que llegaban al Este, directamente desde sus trenes, para detener a los regimientos de Tarasov. Las hazañas logradas por estos batallones alemanes, que fueron arrojados directamente desde el templado invierno francés a temperaturas entre 40 y 50 grados centígrados bajo cero esperando que conjurasen el peligro que amenazaba al Grupo de Ejércitos Centro, sobrepasa toda comprensión.

Con sus grupos de combate, Chevallerie defendió los puntos cruciales de la brecha entre los Ejércitos Noveno y Décimosexto hasta que ahora, al final del mes de enero de 1942, el Tercer Ejército Panzer lo ha sustituido detrás. Los nombres de los pueblos se han convirtido en salvajes memoriales a las batallas de invierno - Demidov, Velizh, Kresty, Surazh y Rudnya. Los hombres del Norte de Alemania, Suabia, Baden y Brandenburgo han hecho de estos destartalados pueblos rompeolas contra los cuales las olas de Yeremenko se han estrellado y han sido contenidas.

Penetración soviética y bolsas de contención alemanas.

Los combates más violentos han tenido lugar en Velizh y Kresty. Allí, un grupo de combate al mando del Coronel Sinzinger, con el 257º Regimiento de Infantería y algunas unidades de la 83ª División de Infantería, ha ofrecido una resistencia tenaz a los rusos. Los hombres de Lüneburg, de Schleswig-Holstein, de Hamburgo y de Bremen, han pasado las noches en sus tiendas a 25-40 grados bajo cero, sin paja y sin fogatas. Durante el día se han abierto camino a través de una capa de nieve que les llegaba a la altura del pecho. Han quedado rodeados. Han contratacado y roto el cerco. Han avanzado combatiendo y retrocedido combatiendo de nuevo. Pero no han dejado de resistir. Enfrentándose a ellos había cuatro divisiones soviéticas y unidades de tres brigadas de fusileros, que han luchado sin reparar en pérdidas para alcanzar a través del nudo de carreteras de Rudnya la autopista Minsk-Smolensko-Moscú y así ahogar la arteria vital del Grupo de Ejércitos Centro.

Pero no han tenido éxito. La ofensiva soviética se ha extinguido ante la inesperada oposición del LIX Cuerpo de Ejército Alemán. El propio Yeremenko ha citado sin disimulo las razones del fracaso de esta ofensiva a gran escala: el Alto Mando Soviético ha subestimado el poder de resistencia de las tropas alemanas en una guerra de invierno en condiciones siberianas. Había dado por hecho que las divisiones alemanas se encontrarían completamente exhaustas. Por lo tanto, Stalin ha cometido exactamente el mismo error que cometiera el Führer ante Moscú. El Alto Mando Soviético ha subestimado a su oponente y sobrestimado su propia fuerza.

Inadecuados suministros de municiones, combustible y víveres, la escasez de oficiales, el pésimo entrenamiento de las tropas y las bajas inesperadamente elevadas han desgastado a las tropas soviéticas. Los Guardias de Yeremenko, la 249ª División de Fusileros, tan sólo cuenta con 1.400 hombres, según arrojan sus propios números. El 9 de enero la división había entrado en combate con 8.000 hombres.

Cadáveres soviéticos amontonados sobre la nieve.

Ni las más rigurosas órdenes del Alto Mando Soviético han permitido al 4º Ejército de Choque de Yeremenko llegar a imaginar siquiera su pretendido objetivo - Vitebsk. Simplemente no han podido alcanzarlo. Los dos Ejércitos sobre los flancos de Yeremenko, el 3º Ejército de Choque al oeste y el 32º Ejército Soviético al este, han sido incapaces igualmente de alcanzar sus objetivos de Velikiye Luki y Yarzevo sobre la autopista Smolensko-Moscú. El 3º Ejército de Choque de Purkayev ha quedado atascado ante Kholm, donde el grupo de combate alemán Scherer mantiene una defensa en erizo, deteniendo a las divisiones rusas. El 32º Ejército del General Vostrukhov no ha avanzado más allá de Belyy, donde las unidades de la 246ª División de Infantería de Hesse ha plantado una resistencia tenaz.

Por lo tanto, el ataque más peligroso de la ofensiva de invierno soviética contra el Grupo de Ejércitos Centro, el avance hasta la retaguardia de su Noveno Ejército, ha fracasado. La mandíbula externa de las tenazas soviéticas, diseñadas para clavarse profundamente detrás del frente alemán, ha sido mellada.

Der Sieg wird unser sein!
Sieg Heil, Sieg Heil, Sieg Heil!

El Führer concede a Adolf Galland los Brillantes para su Cruz de Caballero - 28/01/1942.

El Coronel Adolf Galland luce su nueva condecoración.

Camaradas,

En el día de hoy, el Führer ha recibido al Coronel Adolf Galland en sus Cuarteles Generales de Rastenburg, Prusia Oriental, en presencia de Keitel y Milch. El Führer le ha entregado a Galland la Cruz de Caballero con Hojas de Roble, Espadas y Diamantes, la segunda condecoración en su categoría que se ha concedido en la guerra después de que le fuera entregada al tristemente fallecido Werner Mölders.

Fotografía del instante en que el Führer hace entrega a Galland de la prestigiosa medalla.

Precisamente fue Adolf Galland, tras la muerte de Werner Mölders en noviembre de 1941, el hombre escogido por Hermann Göring para situarse al frente de la fuerza de aviones de caza de Alemania como General der Jagdflieger (Inspector de Pilotos de Caza). Galland no se mostró demasiado entusiasmado por este ascenso, viéndose como un líder de combate y no deseando “estar atado a un trabajo de oficina”.

Adolf Galland, Ernst Udet y Werner Mölders retratados juntos. Hoy, tan sólo Galland permanece vivo. Difícil tarea la de cubrir el hueco que dejaron Udet y Mölders, pero sabemos que Galland sabrá estar a la altura.

La condecoración que le ha entregado a Galland hoy el Führer supone el broche a una brillante carrera como Geschwaderkommodore del JG 26. Durante el mes de otoño de 1941, Galland añadió 26 victorias aéreas a su historial. Su 96ª víctima confirmada, un Spitfire que derribó el 18 de noviembre de 1941, constituyó su última victoria aérea oficial. Al tiempo que se le entregaba el cargo de Inspector de Pilotos de Caza, a Galland se le prohibía volver a volar misiones de combate.

Die "Brillanten".

La prohibición de volar la ha impuesto la necesidad de conservar al que en este momento, y tras la muerte de Mölders, es el piloto de caza más exitoso con que cuenta la Luftwaffe y el deseo de contar con él en cuestiones estratégicas y organizativas. Adolf Galland es hoy ya un activo demasiado valioso para la Wehrmacht como para arriesgarlo en nuevos combates. De hecho, no han sido pocas las ocasiones en que Galland ha escapado por los pelos de la muerte. El pasado 2 de julio, por ejemplo, Galland salvó la vida de milagro mientras lideraba al JG 26 en un combate contra una formación de bombarderos Blenheim del 226º Escuadrón Británico. El caza de Galland fue alcanzado por un proyectil de 20 mm disparado por unos de los cazas de escolta enemigos. La placa de blindaje que se había instalado en el Bf 109 de Galland unos pocos días atrás le salvó la vida. Herido en la cabeza, Galland logró aterrizar y tuvo que ser hospitalizado por segunda vez en unos pocos días. Esa misma semana, mientras la placa de blindaje estaba siendo instalada, había reprendido con severidad a su mecánico, Gerhard Meyer, que había soldado la pieza, tras golpear su cabeza en la bóveda de la cabina. El mismo mecánico recibió una “agradecida palmada en la espalda.” Galland había resultado alcanzado y derribado dos veces en el lapso de cuatro días.

"En nombre del Pueblo Alemán, concedo a Adolf Galland las Hojas de Roble con Espadas y Diamantes para la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro.  Cuartel General del Führer, 28 de enero de 1942.  El Führer y Comandante Supremo de la Wehrmacht." Documento honorífico que ha recibido Galland junto con la condecoración.

Tras la ceremonia de entrega de los Brillantes, a última hora de la tarde, el Führer ha partido para Alemania a bordo de su tren especial. Quedan pocas horas para el 30 de enero, aniversario de su ascenso al poder, y un año más el Führer tiene una cita con el Pueblo Alemán y el mundo entero en el Sportpalast.

Es lebe der General der Jagdflieger Adolf Galland!
Es lebe der Führer Adolf Hitler!

viernes, 27 de enero de 2012

La conspiración de Pearl Harbor - 27/01/1942.

Roosevelt, el rostro en la sombra responsable de que Estados Unidos fuera sorprendido en Pearl Harbor.

Camaradas,

Ayer, el Tribunal de Investigación Norteamericano que investigaba el ataque japonés contra Pearl Harbor, declaró culpables por dejación de deber al Almirante Husband E. Kimmel (Comandante en Jefe de la Flota de Estados Unidos) y al Teniente General Walter Short (Comandante en Jefe del Departamento Hawaiiano).  Los dos ya habían sido destituidos de sus puestos.

Pearl Harbor: ¿Lo sabía Roosevelt de antemano? ¿Hubo una maniobra para encubrir la verdad? Desde aquel 7 de diciembre de 1941 se ha especulado mucho sobre si el ataque a Pearl Harbour fue una sorpresa o, por el contrario, los americanos tendieron una trampa a los japoneses para que estos entraran en una guerra que los norteamericanos están seguros de ganar ganar. Así la opinión pública de los Estados Unidos, antibelicista, se decantaría contra el "Eje". Hoy ya no queda dudas de que esta tesis es auténtica. Este artículo así lo demuestra.

El 6 de diciembre de 1941 se le entrega a Franklin Delano Roosevelt un mensaje interceptado por la Marina de los EE.UU. Enviado desde Tokio a una de las embajadas japonesas en Washington, estaba cifrado en el código diplomático de alto nivel japonés (el código púrpura) y declaraba la intención de Japón de poner fin a las relaciones con los EE.UU. Una vez leída la transmisión de trece páginas, Roosevelt afirmó: "Esto significa guerra".

Un periódico estadounidense avisa el 30 de noviembre de 1941 del inminente ataque japonés.

Pero entonces hizo algo un tanto extraño: absolutamente nada. Sí, eso es. Conocía la secreta declaración de guerra de los japoneses pero nunca se lo comunicó a quienes necesitaban saberlo: el Almirante Husband E. Kimmel, comandante en jefe de la Flota de los EE.UU. en el Pacífico, en Pearl Harbor (Hawai) y el Teniente General Walter Short. Todos los militares sabían que, en caso de que los japoneses atacaran, el objetivo sería Pearl Harbor.

Al amanecer de la mañana siguiente, un escuadrón japonés bombardeó Pearl Harbor en un ataque sorpresa que resultó ser eso, una gran sorpresa. Por lo menos para Kimmel, Short y los otros 4.575 soldados americanos que allí murieron.

La sorpresa no lo fue tanto probablemente para los generales George G. Marshall y Leonar T. Gerow y los almirantes Harold R. Stark y Richmond Kelly Turner, altos rangos militares en Washington, y los únicos autorizados para revelar ese tipo de información confidencial a mandos desplazados. Kimmel y Short, sin embargo, no recibieron el mensaje descifrado de la declaración de guerra hasta por la mañana, cuando el ataque ya había comenzado en el Pacífico.

Los periódicos se hacen eco de la noticia.

Los comandantes en jefe del Ejército y la Marina de los EE.UU., Marshall y Stark respectivamente, declararían después que el mensaje no se les había enviado a Kimmel y a Short porque la cantidad de transmisiones diplomáticas interceptadas por los mandos en Hawai era tan grande que una más no serviría sino para confundirles.

Las investigaciones internas llevadas a cabo por el Ejército y la Marina durante las últimas semanas de 1941 y las primeras de 1942 han concluido que Stark y Marshall habían faltado a su deber al no informar a los mandos en Hawaii. Dichas conclusiones fueron ocultadas por el Ejército y, de cara al público, fue la Comisión Roberts (Roberts Commission) la que descubriría toda la verdad. Dirigida por el juez de la Corte Suprema, Owen Roberts, fue convocada a once días del ataque. Todo parece indicar que la Comisión Roberts ya había escogido a los responsables de antemano y manipuló la investigación para que los sospechosos parecieran culpables. Los cabeza de turco eran Kimmel y Short. Ambos crucificados por la opinión pública, fueron obligados a abandonar sus puestos y nunca se les concedieron los juicios a vista abierta que solicitaron. Uno de los miembros de la Comisión Roberts, el almirante William Standley, calificaría la actuación de Roberts de "retorcida como una serpiente".

En total se realizaron ocho investigaciones sobre Pearl Harbor. La más espectacular fue la realizada de forma conjunta por el Congreso y el Senado, que vino a reiterar las conclusiones de la Comisión Roberts. Durante las vistas, tanto Marshall como Stark testificaron, aunque cueste creerlo, no poder recordar dónde se encontraban la noche que se recibió la declaración de guerra. Más tarde, un amigo íntimo de Frank Knox, Secretario de la Marina de los EE.UU., revelaría que Knox, Marshall y Stark habían pasado la mayor parte de aquella noche con Roosevelt en la Casa Blanca, aguardando el bombardeo de Pearl Harbor y la consecuente oportunidad de EE.UU. para entrar en la II Guerra Mundial.

"¡Vengad Pearl Harbor!   Nuestras balas lo harán."  Roosevelt ya tiene la excusa perfecta para poner en marcha su máquina industrial y armar su país hasta los dientes.

A continuación se organizó una gran maniobra de encubrimiento. Unos días después de Pearl Harbor, Marshall se dirigió a sus altos oficiales: "Caballeros, esto va a la tumba con nosotros". El general Short, que una vez había considerado a Marshall como su amigo, se daría cuenta entonces de que éste había sido el cerebro de la trampa en la que había caído. Short comentaría después que se compadecía de su antiguo colega Marshall, ya que era el único general que jamás podría escribir una autobiografía.

Los mandos en Pearl Harbor ocultaron numerosas advertencias sobre un inminente ataque. La más sorprendente fue, con toda probabilidad, la señal de "viento ejecutor". Se trataba de una transmisión diplomática enviada a través de un falso boletín meteorológico de una estación de radio de onda corta japonesa. Decía "higashi no kaze ame", o lo que es lo mismo "viento del Este, lluvia". Los americanos ya sabían que éste era el código utilizado por los japoneses para referirse a la guerra con EE.UU. ¿Cuál fue la respuesta de los altos oficiales del Ejército? Negar la existencia del mensaje de "viento ejecutor" y eliminar toda constancia de su recepción. Pero el mensaje sí que existía y fue recuperado.

Marineros estadounidenses rinden homenaje a los muertos en Pearl Harbor.  Desconocen que sus propios dirigentes son los responsables directos de la muerte de sus camaradas.

Ajenos a toda esa nube de intrigas, misterios y criptografía, tres días antes del ataque, los servicios de inteligencia australianos sorprendieron a un grupo de portaaviones de la Flota Japonesa en dirección a Hawai. Enviaron a Washington la información de lo ocurrido, que Roosevelt ignoró tomándola por un rumor de intereses políticos difundido por los Republicanos.

El doble agente británico Dusko Popov, que filtraba información de Alemania, descubrió las intenciones de los japoneses y trató desesperadamente de advertir a Washington. Pero todos sus intentos fueron en vano. Y los suyos no fueron los únicos.

¿Por qué permitirían Roosevelt y los más altos comandantes del Ejército el sacrificio de la Flota de los EE.UU. en el Pacífico y de los miles de soldados que allí se encontraban -lo que se podía considerar perfectamente como una acto de traición? La decisión había sido tomada mucho antes de Pearl Harbor: la guerra contra las potencias del Eje era necesaria, y un ataque contra territorio americano convencería a la opinión pública.

Roosevelt, exultante, informa a la nación de que los Estados Unidos se halla en estado de guerra.  ¡Objetivo cumplido!


"Éste era el problema del Presidente" escribió el contraalmirante Robert A. Theobald, quien se encontraba al mando de los destructores en Pearl Harbor, "y su solución se basó en el simple hecho de que para protagonizar una pelea, hacen falta dos, pero uno de esos dos tiene que empezarla".

"Ese puñado de hombres, venerados y honorados por millones de personas" escribe el historiador John Toland "se convencieron a sí mismos de que era necesario faltar al honor por el bien de la nación y provocaron la guerra que Japón había tratado de evitar".

Pero ¿por qué? ¿Por qué tuvo Roosevelt la sangre fría de permitir el bombardeo de Pearl Harbor? "Por el bien de la nación..." o más bien "No me importa cuántos de nuestros hombres caigan mientras mueran japoneses". Es realmente triste que eligiéramos como presidente a un hombre hasta tal punto perturbado y siniestro.

Gott straffe Roosevelt!
Es lebe Nationalsozialismus!