miércoles, 29 de junio de 2011

El asedio de Tobruk desde el aire - 29/06/1941.

La Luftwaffe, dueña y señora del Mediterráneo.  El X Fliegerkorps con sus 260 aparatos de primera línea (Junkers Ju 87 Stuka y Messerschmitt Bf 109s en su mayoría) sigue haciendo hincar las rodillas a la RAF.

Camaradas,

Los británicos han bautizado la franja de agua entre Mersa Matruh y Tobruk con el nombre de “La Carrera Suicida” y “El Pasillo de Bombas”. La dura tarea de aprovisionar a la guarnición de Tobruk, las ratas del desierto australianas alojadas en la sitiada plaza sobre la que Erwin Rommel mantiene un férreo cerco, ha recaído sobre los destructores de la Royal Navy, incluidos los de la Royal Australian Navy HMAS Stuart, Vampire, Vendetta, Voyager y Waterhen al mando del Capitán Hector Waller, a los que Lord Haw-Haw ha denominado “La Flotilla de Metal para Desguace”.

Las pérdidas de la Royal Navy no han dejado de aumentar, haciendo merecedor al muelle de Alejandría desde el cual parten hacia Tobruk los buques de guerra británicos el nombre de “La Celda de los Condenados”. El HMS Fiona y el Chackla, dos valiosos buques de pasajeros indios requisados por la Royal Navy resultaron hundidos en abril, y durante todos estos meses el Almirante Andrew Cunningham no ha cesado de enviar toda clase de buques, incluidos goletas italianas, antiguos mercantes griegos y embarcaciones de desembarco remolcadas para las que el Alto Mando Británico no ha podido hallar una operación anfibia que llevar a cabo.

Una ametralladora Bren en un montaje antiaéreo siendo utilizado desde el interior de las ruinas de Tobruk.  El fuego antiaéreo es una tarea de todas las armas, y contra los aviones que vuelan a baja altitud los cañones grandes son tan poco efectivos como extremadamente vulnerables.  A pesar de que las armas de menor calibre como la Bren puedan parecer poco efectivas, mediante una cuidadosa combinación de arcos y armas, es posible desplegar una cortina de fuego con la que enfrentarse a los intrusos sea cual sea el punto desde donde ataquen.

El puerto es la arteria vital que permite que el flujo de sangre de Tobruk fluya. El General al mando de la guarnición, Leslie Morshead, ha abogado por acumular una reserva de suministros y municiones para sesenta días seguida de un mantenimiento diario. A día de hoy, los británicos todavía no han logrado ni mucho menos alcanzar esa reserva de dos meses. De hecho, sus convoys de suministros están trabajando contra el reloj. La principal prioridad de los británicos es la evacuación de los heridos y de los prisioneros, para lo cual ha estado empleando dos buques hospitales, el Vita y el Devonshire. Sin embargo, después del bombardeo de ambos durante el mes de abril, los destructores han asumido dicha tarea.

El destructor HMAS Waterhen y el buque hospital Vita.  Dos horas después de la llegada a Tobruk del Vita el puerto fue atacado por más de 40 bombarderos en picado Stuka.  El Vita fue sometido a un fiero ataque por parte de una docena larga de Stukas y se vio forzado a embarrancar en la playa, pero sólo después de que el Waterhen hubiese logrado evacuar a 437 pacientes, seis doctores, seis enfermeras y 47 marineros heridos a quienes trasladó de vuelta a Alejandría.

Durante el mes de mayo la Royal Navy desembarcó 1.688 hombres y 2.593 toneladas de suministros en Tobruk y evacuó 5.918 hombres incluidos prisioneros y aquellos que se consideraba sobraban de cara a los combates defensivos. El 18 de mayo los bombas de la Luftwaffe acertaron a otro buque hospital, el Aba. El 12, el HMS Ladybird, una vieja cañonera había sido bombardeada y hundida ante la vista de cientos de australianos de la guarnición. Se encontraba amarrada en el extremo occidental del puerto cuando poco antes de las 15:00 horas se desató el ataque aéreo. Algunos de los Stukas se lanzaron contra las baterías antiaéreas mientras el resto iban a por la cañonera. Casi de inmediato resultó alcanzada en la popa, matando e hiriendo a la tripulación situada en la parte de atrás del barco. Otra bomba estalló en la sala de máquinas, reventando a los hombres que manejaban las ametralladoras antiaéreas sobre la cubierta. Poco después, se hundió.

Un cañón antiaéreo "pom-pom" en acción en el puerto de Tobruk.  Los británicos han emplazado en sus buques cualquier arma automática que han sido capaces de encontrar para ampliar la intensidad del fuego de protección.  Hasta siete buques de escolta han sido hundidos en el puerto, que a pesar de ello no ha quedado desmantelado en ningún momento.  Algunos de los buques de escolta hundidos, como el Ladybird, han continuado usando sus cañones incluso descansando sus cascos sobre el fondo del puerto. 

Un soldado australiano, T.W.Pulsford, que observaba la escena desde los muelles, escribió lo siguiente:

El Ladybird era un viejo amigo nuestro. Sus viajes arriba y abajo por la costa le habían ganado una gran reputación entre las tropas, y muchas veces habíamos escuchado los proyectiles de sus cañones aullar sobre nuestras cabezas para estrellarse en las posiciones alemanas fuera del perímetro. Pero no ha habido más – hoy ha llegado su fin. Corrimos a la playa y contemplamos a esos hombres del Ladybird ser traidos a la costa, muchos de ellos con grandes trozos de piel y carne quemada colgando de sus pechos, brazos y piernas… Un hombretón gigantesco estaba ahí plantado desnudo hasta la cintura con un gran agujero en su costado del que manaba la sangre a lo largo de su cuerpo y pierna hasta el suelo. Con voz queda, se dirigió a los otros y dijo: “No pasa nada, muchachos, tendremos otro maldito barco la semana que viene…” Me alejé de este pequeño grupo de hombres reventados, quemados y moribundos que todavía poseían cierto espíritu que no podía ser doblegado por las bombas o el fuego.

Aun hundido, los australianos han continuado utilizando el Ladybird como plataforma artillera.

Si el constante ataque aéreo causaba un gran desgaste a los hombres de la guarnición, aquellos que la abastecían no lo pasaba mucho mejor. El marinero Anthony Heckstall-Smith ha escrito lo siguiente:

No conozco nada más terrorífico o desmoralizador que ser bombardeado en picado, especialmente en el mar. En tierra no es tan personal. Pero en el mar, no cabe ninguna duda de quién es el objetivo. Lo que es más, no hay forma de buscar cobertura.

Una vez en el puerto el mal trago no había terminado en absoluto, los barcos todavía tenían que descargarse, y no han sido pocas las ocasiones en que los aviones de la Luftwaffe y de la Regia Aeronautica se aprovechaban de los periodos de carga y descarga para practicar su puntería contra blancos estáticos.

El HMS Auckland, herido de muerte y a punto de partirse en dos.

El primer día del mes de junio, Morshead ha enviado una petición urgente de gasolina. El 3 de junio el Pass of Balhama, transportando 750 toneladas de combustible, aceite y lubricantes, ha salido de puerto y, unas pocas semanas después ha vuelto a salir, escoltado por los buques de escolta antiaérea HMS Auckland y Parramatta. Su salida de Alejandría se produjo el 22 de junio y todo fue bien hasta el 24, en que cayeron bajo el ataque de bombarderos italianos Savoia SM.79. Fueron capaces de esquivar sus bombas, pero esa misma tarde una gran fuerza de aviones alemanes, incluidos Stukas, se abatió sobre ellos aullando con sus sirenas. El Auckland resultó alcanzado por una bomba que reventó en pedazos toda la popa por encima del nivel del agua, silenciando la artillería y bloqueando su timón a 30 grados. A pesar de que casi colisiona con el Parramatta, sus cañones de proa continuaron disparando hasta que resultó alcanzado de nuevo por otras tres bombas en una rápida sucesión.

La primera se estrelló contra la enfermería, la segunda aniquiló el puente y a todos sus ocupantes y la tercera desapareció en el interior de sus tropas. Gravemente escorado hacia babor, se había dado ya la orden de abandono del buque cuando una tremenda explosión sacudió al buque escolta levantándolo cinco pies del agua. Continuó dando saltos durante unos 20 segundos hata que quedó claro de que su espalda se había roto. Muchos de los miembros de la tripulación se precipitaron al agua y otros muchos resultaron muertos mientras los esquifes, balleneros y lanchas que constituían la abigarrada flotilla de abastecimiento británica volcaron. A las 18:29 horas, cubierta de llamas y humo negro, se hundió.

El final del HMAS Waterhen.

Justo cuando el otro buque de escolta, el Parramatta, se acercaba a recoger supervivientes, tuvo lugar otro ataque aéreo. El capitán del Parramatta se vio en la terrible disyuntiva de optar por abandonar a los hombres en el agua, posiblemente matando a muchos de ellos al zigzaguear esquivando las bombas y torpedos que pronto caerían. Pero su primer deber era proteger al transporte de combustible y se puso manos a la obra mientras sus hombres arrojaban botes, cinturones y chalecos salvavidas a los marineros que chapoteaban en el agua mientras los aviones de la Luftwaffe picaban sobre ellos para enfilarlos con sus ametralladores y cañones. Durante casi media hora el Parramatta combatió a los Stukas, logrando derribar a uno de ellos y averiando a otros. Finalmente, la puesta de sol dio fin a su tormento.

Navegando por un mar lleno de desvencijados restos de barcos y cuerpos, la tripulación del Pass of Balhama, que se habían subido a sus botes temiendo que algún impacto cercano detonase su carga inflamable, volvieron a subir a bordo en cuanto los destructores Vendette y Waterhen entraron en su campo de visión, pero fueron incapaces de arrancar los motores. El Waterhen se encargó entonces de remolcar al buque cisterna mientras el Parramatta se apresuraba a transportar a 160 supervivientes del Auckland al hospital subterráneo situado en Mersa Matruh.

El Pass of Balhama, cargado hasta los topes.

El Waterhen logró remolcar al Pass of Balhama hasta Tobruk, pero ése sería su último viaje. Hoy, 29 de junio, cuando los destructores HMAS Waterhen y HMS Defender se aproximaban hacia Tobruk, han caído bajo el ataque de los bombarderos. Un Ju 87 Stuka al servicio de la Regia Aeronautica y pilotado por un italiano le ha hecho encajar una bomba que ha perforado la sala de máquinas, dañándolo irremisiblemente. El Defender se ha acercado hasta su costado para rescatar a la tripulación justo en el momento en que un U-Boot ha llegado a escena. El Defender ha logrado espantar al intruso y a continuación ha tratado de remolcar al Waterhen, pero éste se encuentra herido de muerte y ha terminado uniéndose al Auckland en el fondo de “el Pasillo de las Bombas.”

Es lebe unsere Luftwaffe!
Gott straffe Engelland!

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