viernes, 10 de junio de 2011

Churchill se lamenta de su suerte – 10/06/1941.

Winston Churchill intenta mantener unida a una Gran Bretaña que se resquebraja a base de mentiras y falsas promesas.

Camaradas,

Hoy por la tarde se han reunido los diputados de la Cámara de los Comunes. Durante gran parte de la sesión, el Primer Ministro Winston Churchill ha sido objeto de una gran reprimenda por parte de los parlamentarios británicos debido a su nefasta gestión bélica que está llevando a Gran Bretaña a una derrota tras otra.

En primer lugar, el laborista Hastings Lees-Smith ha declarado que la evacuación de Creta ha proporcionado al enemigo una considerable libertad de acción en el mar Egeo y los Dardanelos y, lo que es más importante, ha limitado la libertad de acción de la Flota británica para impedir el abastecimiento de las divisiones blindadas del Eje en Libia a través de Sicilia y el Mediterráneo.

Las ganancias del Eje en el Mediterráneo durante 1941, a costa de derrota tras derrota británica.

A continuación, el ex Ministro de la Guerra, Hore Belisha, ha acusado al Gobierno de no haber sabido aprovechar la posición de Creta. En la construcción y reparación de aeródromos los alemanes tienen un procedimiento más rápido que los ingleses, cuya estrategia no ha estado a la altura que exigían los recursos de que dispone Alemania.

Después de otras intervenciones similares, un cariacontecido Winston Churchill ha subido a la palestra y pronunciado su esperada réplica:

Después de haber caído derrotados en Yugoslavia y Grecia, Churchill y el judío que vive a su sombra meditan sobre su siguiente paso: "Pongamos un anuncio en The Times.  Quizás encontremos a otras naciones que nos puedan salvar el tipo durante algunos días."

Hemos enviado material de guerra a Oriente Medio urgentemente y por todos los caminos y medios. Hacemos todo lo posible para formar una gran fuerza aérea en ese teatro de lucha. Las pérdidas británicas en Creta se elevan a unos 15.000 muertos, heridos y desaparecidos, sin contar los griegos y los cretenses. Las bajas alemanas han sido de 5.000 ahogados. 12.000 muertos y heridos, 180 aparatos de caza y 250 aviones de transporte (¡¿?!). Los paracaidistas alemanes no aterrizaron con uniformes neozelandeses. El error provino de que dichas tropas iban precedidas por los heridos británicos y neozelandeses que podían caminar por su propio pie.

Churchill reconoce la superioridad alemana.

El estado en que quedó nuestro Ejército cuando Hore Belisha dejó el Ministerio de la Guerra era lamentable. No teníamos bastante material esencial; pero, sobre todo, nos faltaban cañones antiaéreos, antitanques y carros de combate, armas todas que han demostrado ser vitales para la guerra moderna. Nuestro material de guerra sigue siendo muy inferior, numéricamente, al que poseen los alemanes, quienes además tienen muchas más facilidades para desplazar su Aviación desde un punto a otro de Europa, debido a que sus aparatos pueden volar sobre una larga línea de terrenos de aterrizaje y de bases en las que no les falta ningún elemento, mientras que los ingleses tienen que desarmar y embalar sus aviones, cargarlos en barcos, enviarlos a través de grandes distancias oceánicas hasta El Cabo, reexpedirlos desde aquí a Egipto para armarlos de nuevo, prepararlos y lanzarlos, por último, al espacio. Así, lo que los alemanes pueden hacer en días a nosotros nos cuesta semanas y aun más tiempo.

Suponed que no hubiésemos ido a Grecia, que no hubiésemos intentado la defensa de Creta, ¿dónde estarían ahora los alemanes? ¿No podían ser ya dueños de Siria y del Irak y prepararse para marchar sobre Persia? La acción de la Flota para mantener la guardia en el norte de la isla sin protección aérea adecuada tenía que ser forzosamente muy costosa, y todos sabéis lo graves que fueron nuestras pérdidas navales. Creta era un saliente importantísimo en nuestra línea de defensa. La nación británica es el único pueblo que ama que se le digan hasta qué punto son adversas las cosas, que prefiere que se le diga lo peor y que se le diga que, probablemente, el porvenir será aún peor, por lo que debe estar preparada para otros reveses.


Churchill se quita la máscara y revela su verdadera identidad: "Soy el amigo de todas las pequeñas naciones."

Siria e Irak.

En Siria, Inglaterra no quiere conseguir ventajas territoriales. Los franceses no deben dejarse engañar por la propaganda del enemigo, porque nosotros haremos todo la posible por devolver a este país su libertad, su independencia y sus derechos. Y a ello nos ayuda el general de Gaulle. La infiltración alemana en Siria ha supuesto un gran peligro contra Inglaterra en el valle del Nilo y en el Canal de Suez.

Nos fue también necesario asegurar la situación en el Irak y, posteriormente, hubimos de hacer lo mismo en Siria donde, según comunica el general Wavell, se efectúan progresos con poca resistencia. A pesar de todo, no debemos regocijarnos con exceso mientras estemos comprometidos con operaciones tan difíciles como éstas y sin conocer todavía la reacción alemana.


Sabíamos que el viejo borracho bebía mucho, pero ahora sabemos exactamente cuánto gracias a un artículo publicado en una revista inglesa: "Comienza la mañana con un jerez, después una botella de burdeos acompañando al almuerzo.  A menudo toma un vaso de oporto tras la comida, pero siempre uno tras la cena.  Por la tarde toma güisqui y champán con la cena.  A continuación algo de oporto y un coñac.  Durante la noche, güisqui con soda."

Nueva pataleta de Churchill.

Hay quien dice que Inglaterra debe recobrar la iniciativa e imprimir a las operaciones el sentido de dominio del que tan frecuentemente dan prueba los alemanes. Estoy de acuerdo con ello, pero es más fácil decirlo que hacerlo, sobre todo cuando el enemigo dispone de recursos muy superiores y de ventajas estratégicas. Por todo ello nunca he creído que la guerra fuera corta y fácil.

De todos modos, no he oído que Herr Hitler haya tenido que presentarse ante el Reichstag y explicar porqué envió al Bismarck en su desastrosa misión. Tampoco he escuchado al Signor Mussolini efectuar ninguna declaración sobre la pérdida de la mayor parte de su Imperio Africano. Me molesta que los parlamentarios hayan forzado un debate sobre la pérdida de Creta, y en verdad creo que sería mejor que fuera el Gobierno el que decidiera los plazos de las discusiones acerca de la conducción de la guerra.

Winston Churchill apunta y dispara contra las esperanzas de paz de Europa.

Una vez más, Churchill ha demostrado ser un gran defensor de la democracia y de la libertad, siempre que ambas se orienten cual veletas al viento que él sopla y siempre que, en cualquier caso, el Imperio Británico, sede del Capital y de la plutocracia, sea el beneficiado. No deja de sorprendernos que el nefasto gobernante británico haya reconocido lo desesperado de su causa y las amargas horas que todavía esperan a todos aquellos que, insensibles a la magnanimidad del Führer, se obcequen en resistirse a los nuevos vientos que soplan en Europa y el mundo.

Gott straffe Engeland!
Sieg Heil!

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