lunes, 4 de enero de 2010

Misiva del Duce – 03/01/1940.

Camaradas,

Somos conscientes de las fricciones que la posición de Alemania hacia el conflicto ruso-finlandés haya podido causar tanto entre nuestros detractores como entre nuestros amigos. La selecta audiencia que lee estas líneas sabe cuál ha sido siempre la postura del Reich y del régimen Nacionalsocialista hacia la Unión Soviética en particular y el comunismo en general. Alemania no olvida que la nación agredida en la Guerra de Invierno tiene fuertes lazos raciales con Alemania y sabe que su propia independencia como nación no comunista fue defendida frente a la Unión Soviética gracias a la intervención de tropas alemanas en 1918. Está siendo un trago amargo, pero hemos tenido que aceptarlo y acallar todas las simpatías que pudiéramos tener hacia los finlandeses en nuestro afán por preservar la paz en el este en un momento histórico en que todos nuestros enemigos se apelotonaban en nuestras fronteras para destruirnos.


El Führer y el Duce: amigos hasta el final.

Esto bien podría haber sido la gota que colma el vaso para Mussolini, nuestro fiel aliado en la causa del Eje y garante de la paz tantas veces, que ha visto cómo las manifestaciones pro-finlandeses se extendían al tiempo que las anti-alemanas por toda Italia. A este respecto, el Duce se ha sincerado en una larga carta al Führer que ha sido recibida hoy mismo. Nunca antes había sido el Duce tan franco con Adolf Hitler ni había estado dispuesto a darle semejante consejo.

En su carta, el Duce admite estar “profundamente convencido” de que Alemania, incluso ayudada por Italia, podrá nunca hacerles a Inglaterra y Francia “doblar las rodillas o dividirlas. Creer eso es evadirse de la realidad. Los Estados Unidos no permitirían una derrota total de las democracias.” Por consiguiente, ahora que el Führer ha asegurado su frontera oriental, ¿es necesario “arriesgarlo todo – incluido el régimen- y sacrificar la flor y nata de las generaciones alemanas” en intentar derrotarlas?" La paz podría obtenerse, sugiere Mussolini, si Alemania permitiera la existencia de una “modesta, desarmada Polonia, que sea exclusivamente polaca. A menos que esté irrevocablemente resuelto a continuar la guerra hasta el final,” añade, “creo que la creación de un estado polaco (…) sería un elemento que resolvería la guerra y constituiría una condición suficiente para la paz.”


Mussolini: protagonista en los Acuerdos de Munich de 1938 que garantizaron la paz en Europa hasta que Chamberlain y Daladier (a la izquierda de la imagen) decidieron romperla.

Pero es el Tratado entre Alemania y Rusia lo que más preocupa sin duda al líder italiano: "Nadie mejor que yo, con cuarenta años de experiencia política, sabe que la política –especialmente una política revolucionaria- tiene sus requerimientos tácticos. Yo reconocí a los soviéticos en 1924. En 1934 firmé con ellos un tratado de comercio y amistad. Yo entendí que, especialmente dado que la previsión de Ribbentrop acerca de la no intervención de Inglaterra y Francia no se iba a cumplir, usted estaba obligado a evitar el Segundo Frente. Usted ha tenido que conceder a cambio de esto, el hecho de que sin el menor esfuerzo, Rusia se haya convertido en el gran beneficiado de la guerra con Polonia y el Báltico."

"Pero yo, un revolucionario nato y que no ha modificado un ápice su mentalidad revolucionaria le digo que usted no puede sacrificar permanentemente los principios de su Revolución a las exigencias tácticas de un momento político (…) También tengo el definitivo deber de añadirle que un paso más allá en sus relaciones con Moscú tendría repercusiones catastróficas en Italia, donde la unanimidad del sentimiento anti bolchevique es absoluta, dura como el granito e irrompible. Permítame pensar que esto no sucederá. La solución a su Lebensraum está en Rusia y en ningún otro sitio. El día en que hayamos destruido el bolchevismo habremos sido fieles con nuestras revoluciones. Entonces les llegará el turno a las grandes democracias, que no serán capaces de sobrevivir al cáncer que las corrompe…"

El tiempo pondrá a cada uno en su lugar.  Italia debe saber que Alemania no la defraudará.

Es lebe Il Duce!

2 comentarios:

  1. Que gallito de pone Benito!!

    Sinceramente, creo que Mussolini se vengó de Hitler... aliándose con él xDDD Nada mejor que un aliado como italia para perder una guerra xDD

    Un saludo

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  2. Bienvenido de nuevo a mi blog. Te voy a tener que dar otro premio de mi parte por ser -prácticamente- mi único comentarista, jeje.

    Hitler mismo dijo: "Qué no daría por cambiar el mulo italiano por el pura sangre inglés." A veces Italia le dio a Alemania más quebraderos de cabeza (Libia, Grecia) que ayudas, aunque me figuro que a Alemania le vino muy bien toda esa constelación de satélites europeos (Eslovaquia, Rumanía, Hungría, Bulgaria, etc) que la ayudaron. Italia parecía mucho más de lo que acabó siendo, pero tampoco fue un mal aliado si lo comparas con los que acabo de enumerar.

    Al final, la guerra la decidió la propia Alemania y Hitler con sus errores y su mala política que acabaron enfrentando al Tercer Reich contra la tremenda superioridad industrial y militar combinada de la URSS, USA y Gran Bretaña. Bajo estas circunstancias, una Italia mucho más fuerte en poco habría influido en el desenlace final.

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